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FUERA GARDUÑA

  • Por Editor R
FUERA GARDUÑA

Ayer por la tarde, en la sede del Instituto Nacional de Migración (INM), por fin y por el bien de todos los migrantes, se formalizó la salida-jubilación del procesado penal, a un milímetro de la absolución por la muerte de 40 migrantes, de Francisco Garduño. Se llevó a cabo la ceremonia de transición de mando de al nuevo comisionado del Instituto, desaparecido en la escena política desde principios de año, Sergio Salomon, quien a partir del 1 de mayo asumirá oficialmente la la titularidad del INM. Quién sabe en qué momento fue la mentada transición que duró más de siete meses desde la llegada de la nueva administración federal, si, a decir de XTwitter, el ex gobernador poblano nunca estuvo en las reuniones del INM desde principios del 2025. Vaya, si no hubo ni un tuit de Salomón, menos lo hubo de Garduño, relacionada con algún evento donde estuviera el nuevo titular del INM. Muchos eventos protocolarios por todo el país, incluso revisiones de estaciones en Ciudad Juárez, y nunca se paró Salomón Peregrina. Dijo la presidenta que se tardó en llegar por la transición, lo que despierta muchas sospechas de que en realidad ésta se haya llevado a cabo. Garduño por fin se ha como un monumento a la negligencia. Convertido en operador de contención más que en servidor público, Garduño lideró el INM bajo prioridad de alinearse con las exigencias del gobierno estadounidense, dejando de lado cualquier atisbo de respeto por los derechos humanos. También se le conoció como el pollero mayor debido a múltiples señalamientos de alianzas con el crimen organizado al que entregó a miles de migrantes para ser sometidos a secuestros y torturas horrorosas. El caso más atroz fue el incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez en marzo de 2023, donde murieron 40 personas migrantes encerradas bajo llave. Esa tragedia no fue un accidente, sino el resultado de una política sistemática de criminalización y desprecio hacia a quienes también se les conoce como personas en situación de movilidad, tolerada y ejecutada desde los más altos niveles del INM. Que Garduño no haya renunciado, y que el gobierno lo haya mantenido en el cargo por tanto tiempo, solo confirma el cinismo institucional que rige al país en materia migratoria. Lo que queda de su paso por el INM es una estela de abusos, opacidad y omisiones. Garduño nunca fue un defensor de derechos, sino un policía político travestido de funcionario humanitario. Su salida del cargo no borrará los crímenes cometidos bajo su vigilancia pero por fin se va. A ver ahora qué viene con la política migratoria mexicana.